Es triste reconocerlo, pero Houellebecq tiene razón; la mejor
obra del hombre no son sus ideas, sino su tecnología. Dentro
de un millón de años, todo esto seguirá igual; no quedarán
hombres, nuestra literatura y nuestra filosofía se habrán olvidado,
nuestras religiones y el dinero, nuestro amor y la sabiduría,
todo será arena invisible, polvo devastado, nada. Pero estas
gafas que llevo, guardadas en un estuche y enterradas en esta
duna, seguirán sirviendo a un imposible miope. Si un ser
nuevo viniera, dentro de un millón de años, a estos parajes,
podría escribir con este modesto lápiz de grafito. Podría
ponerse este anillo, podría leer lo escrito en los plásticos de
identidad y crédito, y guardarlo todo en esta bolsa de polivinilo.
Podría ponerse este anillo. Podría mirar con los prismáticos.
Estos objetos no durarán solamente más que yo. Serán perfectos
más allá del fin de los tiempos, y darán la medida de lo que
fuimos.
Vicente Luis Mora. TIEMPO. Editorial Pre-Textos, 2009.
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