viernes, 27 de agosto de 2010

ALADA Y ACRE OSCURIDAD. Robert Hass.





Una frase que incluya "sombra moteada".


Algo que no es decible,


se alza fugaz en el silencio de la mañana,


secreto como un tordo.




El otro hombre, el oficial, que traía cebollas


y vino y saquitos de harina,


el mayor con la rodilla hinchada,


quería conversación inteligente al terminar.


Sin opción, ella se la proporcionaba, también.




Potsdamerplatz, mayo de 1945.




Cuando el primero se alivió husmeó en la boca de ella.


Basho le aconsejó a Rensetsu evitar el material sensible.


Si el horror del mundo fuera la verdad del mundo,


decía, no habría nadie para contarlo


ni nadie a quien contarlo.


Me parece que le sugería la descripción de un leve enjambre


de insectos frenéticos cerca de una cascada.




Husmea en su boca abierta y escupe dentro.


Legamos este tipo de cosas,


Probablemente, porque somos lo que podemos imaginar.




Algo no decible en el silencio de la mañana.


La mente con hambre después de los símiles. "La ternura del cielo", etc.,


curvea un rastro de golondrinas en el aire.






TIEMPO Y MATERIALES. Robert Hass. Bartleby Editores, 2008.




miércoles, 25 de agosto de 2010

Los reptiles raptaron a la muñeca de la niña.

En mi planeta las cabezas viven sin el cuerpo

Palmeras en la Gran Vía hablando en inglés

Sus hostales son una risa de pelo rubio

Qué haría esa belleza en la calzada de la Gran Vía

Y mis nubes cogen chimeneas para orinar su litoral de gallinas muertas en el pulso social de un anciano encinta

La camarera huele a escaleras aéreas

Las ciudades de sus venas tienen caras expuestas al bebé que mamó de un pene en 1925

Sus caderas enchufadas a un tanque alemán

Mi garganta las traga y mi pene se enchufa a cualquier vagina

Siempre leo revistas de aviones porque me amputaron los dedos de las manos y los usaron para fabricar aviones

“Máquinas más humanas” dijeron

Leo una revista tras otra con gran avidez para ver si salgo en alguna

Pero no me encuentro en ninguna

Y tampoco puedo volar.

Inacabado.


Del poemario inédito "Diario de un adolescente de pelo raro".

jueves, 19 de agosto de 2010

Aquella tarde su mirada tenía manos que palparon la mía.

Ni los peces con sus bigotes rozando el techo de mis pies

Eyacularon viejos fabricando bicicletas

La tarde me amputaba las manos

Esas manos mías que balbuciendo ayer susurraban penachos de gallina en tu vientre

Ni los ornamentos florales olían tan bien

Cada piano chorreaba langostas que derretidas

Penetraban en la rueda amorfa del excremento

Que una vez sitiado

Explotó esparciendo su radio y la comisura de su boda

A lo largo de los huesos del mar

La tarde sentía el impacto del jefe

Contra el picor de un desfile.

Inacabado.


Del poemario inédito "Diario de un adolescente de pelo raro".

lunes, 16 de agosto de 2010

EL PACTO. Sharon Olds.


EL PACTO


Jugábamos a las muñecas en aquella casa donde nuestro padre se tambaleaba con el cuchillo de Acción de Gracias, donde nuestra madre sollozaba al mediodía sobre un trozo de

queso fresco, pidiendo en sus oraciones fuerzas para no

suicidarse. De rodillas sobre los

cuerpos de goma, las bañábamos

con mimo, les frotábamos las manitas

naranjas, las arropábamos bien arropadas,

les dábamos las buenas noches, nunca hablábamos de la

mujer como una herida abierta

llorando en las escaleras, del hombre como un búfalo

atrapado, desconcertado, aturdido, arrastrando

flechas en el pellejo. Como si hubiéramos hecho un

pacto de silencio y protección, nos arrodillábamos y

vestíamos esos torsos diminutos con sus ombligos

elegantes y sus minúsculos orificios

en la parte superior del trasero para hacer pis, y toda esa

oscuridad en sus bocas abiertas, de tal manera que no

he sido capaz de perdonarte por abandonar a tu

hija, dejándole marchar con

ocho años como si agarraras a Molly Ann o

a Lagrimitas y le metieras la cabeza

bajo el agua en la bañera de juguete

hasta que no subían ya burbujas, o lanzases su

cuerpo rosáceo al fuego que

ardía en esa casa en la que tú y yo

sobrevivimos a duras penas, hermana, en la que

juramos ser las protectoras.



LOS MUERTOS Y LOS VIVOS. Sharon Olds. Bartleby Editores, 2006.