Cae la tarde, portadora de paz y de amargura;
La sangre late en las venas al ritmo aletargado
Del fin de la jornada; los cuerpos están embrutecidos,
Mañana por la mañana el cielo se cubrirá de bruma.
Un aire calmo y cobrizo circula entre los cuerpos
Mañana por la mañana el cielo se cubrirá de bruma.
Un aire calmo y cobrizo circula entre los cuerpos
Que se embadurnan de aceite y sonríen a la muerte,
Programados en sus genes y en sus costumbres;
Una cometa vacila, ebria de soledad.
Se paraliza la tarde, la cometa cae;
El niño está ante ella, contemplando la tumba
Entre las varillas rotas, los restos de la vela,
En la perfecta indiferencia de la naturaleza.
El niño mira fijamente al suelo y su alma se depura;
Haría falta un gran viento que dispersase la arena,
El redundante océano, el aceite y la carne miserables;
Haría falta un viento fuerte, un viento inexorable.
Michel Houellebecq. Configuración de la última orilla. EDITORIAL ANAGRAMA, 2016.
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