Se pavonea, extravagante
con su pelo de estropajo
y su lengua de víbora
por antros de carne muerta.
¡Dios Salve a la Reina de Corazones!
El amor es
cosquillitas en el clítoris,
promete puras emociones
y asola sonrisas.
¡Dios Salve a la Reina del coño insatisfecho!
Desdichadas Alicias que se topan
en su camino de baldosas azules,
la muy puta escupe delirios
y los pobres acaban con el alma
partida en dos.
¡Dios Salve a ese asqueroso trozo con patas!
En mi travesía surrealista,
tuve la desgracia de soportar su sentencia:
me cortó la cabeza.
Pero la recuperé
-no preguntéis cómo-,
y aquí estoy,
entre las paredes de este jodido manicomio
que llaman vida,
con una corona del Burguer King
y un cetro de plástico barato.
Yo soy reina de mi destino.
Ana Patricia Moya. Píldoras de papel. Huerga y Fierro Editores, 2016.
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