Calor
entre sus piernas
Calor
mucho calor entre sus piernas
Por lo
que dice me parece que soy pequeño
Diminuto
Con
todas esas bocas mirándome y riendo
Con
esos bocados de asco y cisnes muertos
Todos
frente a mí
Frente
al ser diminuto
Por lo
que dices debo de estar
Ya sabes
Muerto
de miedo
Porque
siempre me dieron miedo los ascensores
Y vivo
en uno
Tajante
Fuiste
tajante cuando me dijiste que no
Sonreías
sin decir palabra
Fuiste
tajante
Fuiste
por un segundo esa chica que me pisa el cráneo
Recuerdo
tus coletas y ese olor a filete de ternera
Me
dijiste que no con tus manos sobre mi cráneo
Sólo
podía oír a tus manos cercenando mi cráneo desnudo
Destrozando
mi cráneo con tu fusil de la primera guerra mundial
Desde
entonces te odio porque no tengo cráneo
¡No me
dejaste ni una pizca!
Tan
lácteo como una de tus piernas
Pisas
Pisas
una y otra vez mi cráneo que huele a pie
Huele
como esas norias grandes de las ferias
Y una
copa de champán derramada en mi sien
Y tu
perro cagando sobre mi cráneo
Las
cabezas se derriten
Su flujo vaginal se desliza por la pared
alcanzando el adoquín roto
Mi
cabeza es una de ellas
Es una
cabeza que despide humo
Es una
cabeza que huele a casa abandonada
Mi mano
sostiene el tejado
En el
tejado se posan las chimeneas
En el
futuro me dolerá el alma
A ti no
te importará
Hoy te
doy igual
Espero
mi turno para morir como todo el mundo
Mi
sangre mancha las paredes de la casa de tu familia
Agarras
mi cabeza por el pelo
Mi
cabeza sin cuerpo
La
muestras a los invitados
Me
muestras a los invitados
Soy la
atracción de la fiesta
Sus
reacciones son diversas
Unos
dicen que es horrible otros preguntan si es de verdad
Todos
coinciden en sus caras de asco
Me
pregunto dónde estará mi cuerpo
Cuando
me decapitaste sólo te interesaba la cabeza
“Más
fácil de llevar” dijiste riéndote
Mi
cuerpo se lo estarán comiendo las ratas
O los
invitados
Cuando
me decapitaste me preguntaste la hora
Eran
las tres de la madrugada
Dijiste
“Buena hora” mientras afilabas el hacha
Me
asestaste un golpe limpio en el cuello
Las
últimas palabras que escuché fueron “Buena hora”
Y mi
cabeza en tu mano siendo observada por los invitados
Ahora
son las cinco de la madrugada
Buena
hora.
Inacabado.
Del poemario inédito "Diario de un adolescente de pelo raro".
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