viernes, 3 de febrero de 2012

Tu cráneo


Calor entre sus piernas
Calor mucho calor entre sus piernas
Por lo que dice me parece que soy pequeño
Diminuto
Con todas esas bocas mirándome y riendo
Con esos bocados de asco y cisnes muertos
Todos frente a mí
Frente al ser diminuto
Por lo que dices debo de estar
Ya sabes
Muerto de miedo
Porque siempre me dieron miedo los ascensores
Y vivo en uno
 Tajante
Fuiste tajante cuando me dijiste que no
Sonreías sin decir palabra
Fuiste tajante
Fuiste por un segundo esa chica que me pisa el cráneo
Recuerdo tus coletas y ese olor a filete de ternera
Me dijiste que no con tus manos sobre mi cráneo
Sólo podía oír a tus manos cercenando mi cráneo desnudo
Destrozando mi cráneo con tu fusil de la primera guerra mundial
Desde entonces te odio porque no tengo cráneo
¡No me dejaste ni una pizca!
Tan lácteo como una de tus piernas
Pisas
Pisas una y otra vez mi cráneo que huele a pie
Huele como esas norias grandes de las ferias
Y una copa de champán derramada en mi sien
Y tu perro cagando sobre mi cráneo
Las cabezas se derriten
 Su flujo vaginal se desliza por la pared alcanzando el adoquín roto
Mi cabeza es una de ellas
Es una cabeza que despide humo
Es una cabeza que huele a casa abandonada
Mi mano sostiene el tejado
En el tejado se posan las chimeneas
En el futuro me dolerá el alma
A ti no te importará
Hoy te doy igual
Espero mi turno para morir como todo el mundo
Mi sangre mancha las paredes de la casa de tu familia
Agarras mi cabeza por el pelo
Mi cabeza sin cuerpo
La muestras a los invitados
Me muestras a los invitados
Soy la atracción de la fiesta
Sus reacciones son diversas
Unos dicen que es horrible otros preguntan si es de verdad
Todos coinciden en sus caras de asco
Me pregunto dónde estará mi cuerpo
Cuando me decapitaste sólo te interesaba la cabeza
“Más fácil de llevar” dijiste riéndote
Mi cuerpo se lo estarán comiendo las ratas
O los invitados
Cuando me decapitaste me preguntaste la hora
Eran las tres de la madrugada
Dijiste “Buena hora” mientras afilabas el hacha
Me asestaste un golpe limpio en el cuello
Las últimas palabras que escuché fueron “Buena hora”
Y mi cabeza en tu mano siendo observada por los invitados
Ahora son las cinco de la madrugada
Buena hora.

Inacabado.

Del poemario inédito "Diario de un adolescente de pelo raro".

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