jueves, 7 de noviembre de 2013

LA PELUCA DE LAS COSAS II (AFTER NIETZSCHE). Alberto Santamaría


Nada en este retrato nos es familiar. Esa camisa, tu abuelo,
la luz, el cenicero cuyo fondo ennegrecido
hace imposible todo acto visionario, son sólo
formas de decir, o, mejor, de expulsar
la escasa posibilidad de salir bien parados
de esta fórmula
que llamamos mundo,
belleza en ocasiones, las menos, es cierto.
Si pudieses congelar la imagen
observarías con el zoom preciso
las estrías, la ceniza, las marcas porosas
que el deseo filtra
como una pared húmeda
entre tus cosas.
Pero pedir gratitud
es de idiotas,
igual que pedir que la lluvia
con su espíritu militar
sea selectiva. Será mejor
buscar en otra parte. Tu ciudad es un buen sitio.
La avenida estrecha,
ribeteada por gruesos y elevados plátanos,
árboles tal vez del otro mundo. Es ahí donde vivimos.
Son las ocho.
Estará a punto de cerrar la tienda.
Con un pie empujará la reja metálica
hasta el suelo. Cuenta las monedas que tiene en el
bolsillo.
La imagen se deshace, su belleza
oscura es casi nieve
al borde de la carretera.
Sería inútil repetir este gesto
un millón de veces. Nada cruje a nuestro paso. Es la vida.
Volvamos al principio. Sí. Buena idea.
En el frutero brillan
de nuevo
rojas y apiladas
las manzanas.


Alberto Santamaría. PEQUEÑOS CÍRCULOS. DVD EDICIONES, 2009.


1 comentario:

  1. Si el regreso a la vida es un frutero de rojas y apiladas manzanas, la orilla de la muerte debe ser la fruta escogida en los labios de la reencarnación.

    ResponderEliminar