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YOLANDA
Sus órganos se derretían
Explayándose por la planta hasta
impregnar el negro de mis zapatos
Llovían gusanos
Con todas sus bombillas apagadas
Hay que cerciorarse del vientre antes
de lamer la huella en la playa
Con los ojos extraviados me incliné
para oler el humo del porro
En la humareda se debatían grandes
soldados con armaduras líquidas
Ganó el que mejor nadaba
Y la primavera quebró mis orejas a
golpe de pájaro
De sus ramas el bramido del ahorcado
No tiene ése prisa ya por enjugar su
semen
Latente está la huracanada estación de
bombillas
Sus rayos se hilvanan para componer
pestañas sólidas
Que se queman por el calor al poco de
recorrer un cuerno de virus
Mi niña
La más hermosa del baile
Este avión es una enorme sala de
fiestas
¿No lo ves?
¡Cómo apesta la creación!
Con su negritud
Con sus sermones
Con mis hijos atropellados
Un gol de Fernando Torres que
festejamos nosotros ovacionándole en pie
Fernando Torres está rodeado de
paredes
Mil millones de paredes llenas de
bombillas le iluminan rodeándole
Mi amor
La más guapa del baile
Tus ojos son fritos
Como es incolora la sangre del muerto
Mis incursiones al excremento de
Alicia son cada vez mayores
Y el olor trastorna mis músculos
Sus senos uno en cada mano
Sus latidos salían de su cuerpo
haciéndose extensos
¡Oh sus dos senos uno en cada una de
mis manos!
Mis latidos vomitaron playas donde
sólo había grados
Yo en la comunión de tu pezón rosa
No sé tu nombre ni tu edad
Sólo me sé tus senos en mis manos
Y esa lluvia de trigo por tu espalda
Y ese salvaje contoneo de tu talle
Corrí
Corrí por la ensenada de sombreros y
miles de sillas salieron despedidas del hotel
Un bombardeo de sillas sobre las
cabezas inmóviles sin cuerpo
Ésas que desparramadas por el suelo
sólo pueden mirar el cielo o la tierra según su postura
Un bombardeo de sillas sobre la
ojeriza que el asesino tiene por su víctima
Un bombardeo de sillas sobre el solar
repleto de escombros de mi existencia
En el hotel ya no quedaba nadie
Los números de las puertas se
suicidaron
Se tiraron desde la altura de sus
puertas reventando sobre la moqueta del pasillo al caer
Los números sangran letras
Las puertas inauguraron un museo
Y no nos permiten la entrada a los
hombres
Sólo Dalí ha estado en su interior
(Disfrazado de puerta)
Después de aquello nunca más quiso ser
hombre y no se quitó el disfraz
Yolanda me cobró un millón de dólares
por montarla
Y me obligó a taparme la cara con una
bolsa de papel que llevaba en el bolso
Tu zapato de tacón
Con mis calcetines hago una lengua
Larga y lisa de dragón para asustarte
Me queman las manos
Se zurcen los horóscopos de un
invierno en el claustro
Me queman las manos
Me revienta el pulso
Tus grandes ojos azules Yolanda
Tus piernas confundidas con las mías
Tu pelo confundido entre mis rizos
Yolanda
Asolado y despierto entorno la
ventana.
Del poemario inédito "El chico que se peinaba con un revólver".