Como si un cuadro que parece de Hockney trajera
el aroma a cloro de todas las piscinas de Los Ángeles
y algo despegara definitivamente en mi cabeza,
el magnífico splash de una posguerra de la que sólo sé
por fotografías.
Mi rostro no anuncia nada que merezca la pena, el sol
viene quemando cuantas historias cedimos al sistema solar,
en su jersey crecían nubes de lana, tomarían
en las radiografías todas las formas conocidas, tampoco olvides
el órgano interno y democrático que tardarás años
en reconocer como tuyo:
es su último corazón eléctrico lo que ahora
echas en falta. Partía cada noche
una manzana en cuatro hemisferios, como si multiplicara
mapas y sueños de vecinos que ya dormían.
Y yo miro todo eso desde el interior de una radiografía,
pasa una vaca, sus ubres mojan la noche y nadie sabe
dónde va esa vaca si esto no es la India.
Agustín Fernández Mallo. Ya nadie se llamará como yo + Poesía reunida (1998-2012). Seix Barral, 2015.
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