miércoles, 11 de julio de 2018

100. Manuel Vilas


100

Hay muertos que mueren con la aprobación de los vi-
vos y otros que no: muertos calificados de grandes hombres
y muertos calificados de hombres perversos, pero una vez
que entran en la muerte toda descripción o enjuiciamiento
o discernimiento moral se queda fuera, y solo persiste la
igualdad en la putrefacción de la carne; a la putrefacción de
la carne no le importa la bondad o la maldad moral que habi-
tó en el cuerpo muerto. Pero si los vivos te quieren, el que va
a morir muere más tranquilo, y eso cuenta.
Después, no hay nada.
El perverso se pudre de la misma forma que el bonda-
doso.
No sé si los insectos necrófagos notan la diferencia en-
tre la bondad y la maldad; aterra pensar que no la noten,
aterra pensar que la espuma amarillenta y la grasa conver-
tida en jabón de un cadáver bondadoso sean las mismas que
las de un cadáver maligno; que el bien y el mal no estén di-
ferenciados a través de putrefacciones diferentes; que el bien
y el mal acaben en la misma pestilencia, en el mismo tipo
de larvas y hongos.
Tal vez por eso hice bien quemándolos, pero no lo creo.


Manuel Vilas. Ordesa. Alfaguara, 2018.
   

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