Para David González
Cuando era pequeña
en la hora del recreo
iba hacia el arenero
y me ponía a escarbar
mis manos dos zarpas
cavando el hoyo
para llegar hasta el diablo
el pelo pegado a la frente
por el sudor
escarbaba y escarbaba
durante media hora
cada día
de vez en cuando se acercaba alguien
me echaba una mano
y luego se iba
todos se acababan cansando
menos yo
no sé lo que esperaba
tenía miedo
pero el miedo me hacía escarbar
más y más deprisa
adelantando el momento del encuentro
el momento en que el diablo
agarrara mi muñeca
y me dijera a la cara
de una vez por todas
si existía el infierno y
si iba o no iba a llevarme
Ana Pérez Cañamares. La alambrada de mi boca. Ediciones de Baile del Sol, 2007.
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