Mira las escenas grabadas en esta tarde de tormenta.
Las terrazas de los bares bajo la lluvia. El pelo húmedo de una
chica que ríe antes de bajar por la boca del metro.
El leve color de los paraguas. Las aceras que brillan como el
charol.
La primavera viene por el este como un canal recién
sintonizado.
En la superficie de las antenas se reflejan las sombras de los
vencejos que aún están por llegar.
Las primeras flores se abren en los vestidos de moda
femenina.
En lo que ves ya nada se mantiene inmóvil. Tiene el color de
un refresco con sabor a naranja.
Las nubes desaparecen porque se han ido a hacer cola a las
taquillas de los teatros.
Fíjate cómo actúan los equipos de limpieza con los restos
últimos del invierno.
Cómo la belleza es una gama de cosméticos en promoción.
Los peatones cruzan los pasos de cebra cada noche porque la
vida canta en los micrófonos de las salas de fiesta.
Igual que entonces, sí, igual que entonces, la realidad se acerca
a la barra y empieza dulcemente a beber.
También ahora las bailarinas de los musicales están fumando
en las escaleras de servicio con sus labios del color del gin
tonic.
Hay risas recorriendo las calles y conversaciones casi
clandestinas.
Hay labios rojos como aquel cuadro pop de Alex Kratz.
Como la estela de un ascensor de cristal por la fachada de un
edificio, la laca de tus uñas va dejando pequeñas señales
luminosas en las sábanas de este hotel.
Ya no es tiempo de pensar, sino de ver de forma distinta.
Ya es tiempo de amar lo nuevo como se ama el futuro.
Ponemos la mirada en los confines como una manera de
extender la vida.
La utopía viene.
Pero la utopía es tan frágil como la felicidad, tan frágil como
esta primavera.
Recuerda que vivimos en territorios bajo vigilancia.
Diego Doncel. EL FIN DEL MUNDO EN LAS TELEVISIONES. VISOR LIBROS, 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario