recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba y echó a su
hija de casa y se oían los gritos y luego él tiró sus muñecas al
patio porque ella todavía conservaba sus muñecas y allí es-
tuvieron entre toda aquella basura y las miramos que no se
movían y ya no se oían los gritos hasta que se hizo de noche
y luego el portero debió de recogerlas a la mañana siguiente
algunas sin brazos
las estuvimos mirando toda la tarde mientras iban perdien-
do forma hasta que oscureció y no pudimos verlas y luego
cuando me desperté a medianoche pensé "ya no queda nadie
para vigilarlas"
Leopoldo María Panero. Poesía Completa 1970- 2000. Visor Libros, 2001.
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