miércoles, 6 de julio de 2011

La Supervilla de Ana

El pino con sus dos maletas

Renqueante apresa su talle con un fanal de hojas pardas

Aquella tarde pude rodar colina abajo

Con una de tus maletas en la palma de la mano

Entraré tu equipaje no sea que coja frío

Y me enamoré de una farola

En la repisa de la estancia una cacharra de neopreno

Teje movimientos ninja

Bucólicos amarrados al engranaje de una noria

Vivo delante de la feria

Noche tras noche oigo el alboroto del gentío

A los nerviosos niños que huelen a caramelos

Chillando y riendo sin cesar

Y la oigo también a ella noche tras noche

Ella haciendo palmas

Tengo muchas de sus palmas envasadas en frascos de vidrio

Que en tardes como ésta destapo para así enchufar mi corazón al maniquí de tetas dulces

Patizambo descalabro su peinado

Siendo sus maletas las raíces de este pino

Las raíces de este pino de hojas con máscaras de hierro

Atentando como hace contra mi sistema nervioso

Con esa forma tan suya de columpiarse

Muchos cañones apuntan hacia el vidrio rojo de tus uñas

Eres la Supervillana que dispara estanques de agua podrida

Me enfermas viniendo a mí la corteza de las maletas del pino

Encaramado a tu frente prendo fuego a todos los taxis del mundo

Las farolas así escalan los edificios introduciéndose en las casas

Con sus cabezas todas machacando misiles

Y las raíces de los astronautas están arraigadas en sus poros

Desarrollando la única función de mantener el equilibrio

Las farolas caen del cielo

Y se alimentan de pinos

Algunas tienen la facultad de transformarse en edificio

Nunca sé si un edificio es de verdad un edificio o una farola disfrazada

Eso sólo lo sabes tú que eres una farola con la facultad de transformarse en mujer

Me caigo al suelo y reboto

Reboto porque el suelo está sucio

Reboto para ensuciarme lo menos posible

Ese giro de volante brusco casi violento para virar lo antes posible y no chocar de bruces con el suelo sucio

Con esa suciedad de tejado

Yo siempre camino con un volante de coche entre las manos

Despacio el vidrio rojo de tus uñas se despeña comercio abajo

Muy abajo

Hasta las profundidades de la golosina

Saben mucho más a fresas los barcos anudados entre sí de puerta roja

Que las tetas de la Supervillana de Ana

Me acosté con la Supervillana porque así ella lo quiso

No tenía elección

Me amenazó con dispararme un estanque de agua podrida si me negaba

Tuve que hacerlo

Y las ponzoñosas entrañas de su marido chorreando por las paredes

En las manos de mi niña todas las calles de París

Toda su vida tocando la guitarra debajo del mismo árbol

De esa manera vio cómo Rebeca besaba a un idiota de pelo rubio

Vio cómo las calles de París de sus manos se transformaban en sucias calles de Detroit

Vio cómo mi cuerpo se derretía para tocar la suela de sus zapatos.

Inacabado.


Del poemario inédito "Diario de un adolescente de pelo raro".

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