El pino con sus dos maletas
Renqueante apresa su talle con un fanal de hojas pardas
Aquella tarde pude rodar colina abajo
Con una de tus maletas en la palma de la mano
Entraré tu equipaje no sea que coja frío
Y me enamoré de una farola
En la repisa de la estancia una cacharra de neopreno
Teje movimientos ninja
Bucólicos amarrados al engranaje de una noria
Vivo delante de la feria
Noche tras noche oigo el alboroto del gentío
A los nerviosos niños que huelen a caramelos
Chillando y riendo sin cesar
Y la oigo también a ella noche tras noche
Ella haciendo palmas
Tengo muchas de sus palmas envasadas en frascos de vidrio
Que en tardes como ésta destapo para así enchufar mi corazón al maniquí de tetas dulces
Patizambo descalabro su peinado
Siendo sus maletas las raíces de este pino
Las raíces de este pino de hojas con máscaras de hierro
Atentando como hace contra mi sistema nervioso
Con esa forma tan suya de columpiarse
Muchos cañones apuntan hacia el vidrio rojo de tus uñas
Eres la Supervillana que dispara estanques de agua podrida
Me enfermas viniendo a mí la corteza de las maletas del pino
Encaramado a tu frente prendo fuego a todos los taxis del mundo
Las farolas así escalan los edificios introduciéndose en las casas
Con sus cabezas todas machacando misiles
Y las raíces de los astronautas están arraigadas en sus poros
Desarrollando la única función de mantener el equilibrio
Las farolas caen del cielo
Y se alimentan de pinos
Algunas tienen la facultad de transformarse en edificio
Nunca sé si un edificio es de verdad un edificio o una farola disfrazada
Eso sólo lo sabes tú que eres una farola con la facultad de transformarse en mujer
Me caigo al suelo y reboto
Reboto porque el suelo está sucio
Reboto para ensuciarme lo menos posible
Ese giro de volante brusco casi violento para virar lo antes posible y no chocar de bruces con el suelo sucio
Con esa suciedad de tejado
Yo siempre camino con un volante de coche entre las manos
Despacio el vidrio rojo de tus uñas se despeña comercio abajo
Muy abajo
Hasta las profundidades de la golosina
Saben mucho más a fresas los barcos anudados entre sí de puerta roja
Que las tetas de la Supervillana de Ana
Me acosté con la Supervillana porque así ella lo quiso
No tenía elección
Me amenazó con dispararme un estanque de agua podrida si me negaba
Tuve que hacerlo
Y las ponzoñosas entrañas de su marido chorreando por las paredes
En las manos de mi niña todas las calles de París
Toda su vida tocando la guitarra debajo del mismo árbol
De esa manera vio cómo Rebeca besaba a un idiota de pelo rubio
Vio cómo las calles de París de sus manos se transformaban en sucias calles de Detroit
Vio cómo mi cuerpo se derretía para tocar la suela de sus zapatos.
Inacabado.
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