Vivo sentado, igual que un ángel en manos de un barbero,
empuñando una jarra de gruesas estrías,
el hipogastrio y el cuello arqueados, con una Gambier
entre los dientes, bajo el aire henchido de impalpables
velámenes.
Semejantes a los cálidos excrementos de un viejo palomar,
mil sueños dejan en mí suaves quemaduras:
luego, por momentos, mi triste corazón es como una
albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los
corrimientos.
Después habiendo desmochado cuidadosamente mis
sueños,
me vuelvo, bebidas ya treinta o cuarenta cervezas,
y me recojo para soltar la acre necesidad:
afable como el Señor del cedro y de los hisopos,
meo, alto y lejos, hacia los cielos muscos
con el consentimiento de los grandes heliotropos.
Arthur Rimbaud. Hay que ser absolutamente moderno. MITOS POESÍA 350 ptas, Mondadori, 1998.
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