Apartaos de mí, que espera pacientemente sin boca;
nací a vuestros pies, pero me habéis perdido;
mis fuegos tuvieron demasiada necesidad de su reino;
mi tesoro se hundió contra vuestro tronco.
El desierto, como asilo con el único tizón suave,
no me ha nombrado nunca, no me ha devuelto nunca.
Apartaos de mí, que espera pacientemente sin boca:
el trébol de la pasión es de hierro en mi mano.
En el estupor del aire en que se abren mis avenidas,
el tiempo podará poco a poco mi rostro
como un caballo sin término en un trabajo amargado.
René Char. Furor y Misterio. VISOR MADRID, 1979.
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